Totana recibe el impulso didáctico y motivador de las Misiones Pedagógicas

En estas fechas en las que se vislumbra en el cercano horizonte la apertura del periodo escolar nos detenemos a evocar las vivencias que, en la primavera de 1934, los vecinos de Totana y especialmente su población escolar, cifrada para ese tiempo en más de mil doscientos colegiales, experimentaron con la llegada de grupos de estudiantes de la Escuela Normal de Murcia, integrados en el proyecto de las Misiones Pedagógicas, promovido por el gobierno de la República. Un aire de renovación, de acercamiento a la identidad cultural del país y de la Región, presidía aquella iniciativa, pero también un aliento de novedad, de atracción y curiosidad despertaba el interés de las gentes, quedando el poso de una enriquecedora aportación, expresión del significado de un revelador legado.

Totana mantenía diferentes espacios educativos en los que enseñar a los escolares de la localidad, aunque condicionados por las escasas posibilidades, medios y recursos, teniendo que luchar, además, contra el frecuente absentismo de los niños, colaboradores en las tareas del hogar y, en concretos periodos, en la agricultura; sobre todo ante una población que no apreciaba en su precisa dimensión la importancia de la educación. A principios de la década de 1930 el maestro de una de las diputaciones rurales documentaba un informe sobre su gestión al frente de la escuela, señalando como principales dificultades la disposición que tienen que hacer los padres de sus hijos para realizar diversas tareas y, de este modo, "aminorar la situación difícil porque económicamente atraviesan las familias", como también "la ignorancia que hace despreciar la preparación intelectual de los muchachos, apostando por lo material".

Por otra parte, es de destacar la primordial labor educativa que venía desempeñando el colegio San Buenaventura, regentado por los frailes capuchinos y que había dado sus primeros pasos en los albores del siglo XX. Promovido por el padre Melchor de Benisa, atendía a un nutrido grupo de estudiantes de Totana, pero también de distintas poblaciones. Una precisa investigación, publicada en el año 2000 por el padre Pedro Hernández Cañizares, "Los Frailes Capuchinos en Totana, 1899-1936", desvela la trascendencia de ese quehacer. A él acudían alumnos de un cierto nivel económico, pero también el Ayuntamiento, en colaboración con la entidad religiosa, becaba a jóvenes del municipio con escasas posibilidades a fin de llevar a cabo su formación, una preparación con un alto nivel deductivo y avanzados medios para la época. Este caminar, con la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, aprobada en junio de 1933, se vio obligado a cambiar su estructura organizativa para desvincularse del protagonismo religioso, que fue asumido por padres de familia en la llamada Mutua Cultural de Totana. Lamentablemente el conflicto bélico que estallaba en 1936 acababa con tan amplias perspectivas.

En este contexto, las Misiones Pedagógicas de la Escuela Normal de Murcia, con una propuesta de claro matiz didáctico, orientada a reavivar, divulgar y extender los valores culturales de la Región y del país, se personaba en Totana, el día 4 de marzo de 1934. "La organización misional fue recibida a la entrada de la población por todos los niños de las escuelas nacionales acompañados de sus maestros, las autoridades municipales, y un verdadero gentío. La banda de música interpretó varias composiciones". Un ambiente festivo, de gozo y expectación, animaba el espíritu de los vecinos, acogiendo con asombroso agrado la realidad formativa que les ofrecía el programa.

Acabada la recepción, a las diez de la mañana, se congregaban en el Cine Rosa los escolares y sus preceptores para asistir a la puesta en escena que los normalistas llevaron a cabo del paso "Las Aceitunas", de Lope de Rueda y el entremés de Cervantes "El Pícaro Hablador". Tras estas representaciones se hizo una disertación sobre los romances clásicos españoles, con recitación de poemas. Acababa el acto con la interpretación por la Masa Coral Normalista de "varias de las canciones regionales de su repertorio". Continuaban los trabajos por la tarde, en un tiempo de reflexión y cambio de impresiones, "tratándose diferentes problemas" de carácter "pedagógico y cultural", en el que participaron los maestros de la localidad y los profesores e inspectores que constituían la Misión. Los periódicos regionales Levante Agrario y La Verdad publican sendas reseñas del acontecimiento.

Unos días después se planificaba un nuevo evento, en esta ocasión enmarcado en la empresa conocida como "Museo Circulante de Pintura", en un intento de acercar al pueblo las obras pictóricas de las grandes figuras del arte y cuyo disfrute les era prácticamente imposible. Con estas reproducciones, algunas de tamaño igual al original, se aspiraba a popularizar el arte, compartiéndolo con los lugareños. La oferta la debatía el Ayuntamiento el 20 de abril de 1934, con la idea de exponerla pública y gratuitamente desde el domingo 29 de ese mes hasta el 4 del siguiente. El patronato de las Misiones Pedagógicas, dejaba, además, en la población "una colección de fotografías de los cuadros, dispuestas en marcos, para la decoración preferente de las Escuelas nacionales y otras reproducciones en tamaño menor para ser distribuidas en el vecindario". Se mostraron: "Auto de Fe" de Berruguete, "El príncipe don Carlos" de Sánchez Coello, "Resurrección de Cristo" y "Retrato de caballero desconocido" de El Greco, "El sueño de Jacob" de Ribera, "Las hilanderas", "La infanta doña Margarita de Austria" y "Don Antonio el inglés" de Velázquez, "La visión de San Pedro Nolasco" de Zurbarán, "El Niño Dios pastor" y "Santa Isabel de Hungría" de Murillo, "Los fusilamientos", "La maja vestida" y "El Pelele", de Goya, como también una serie de grabados de este mismo autor, referidos a "Los Caprichos", "Los Desastres de la guerra" y "La tauromaquia".

Brisas de esperanza en tiempos realmente adversos abrían los corazones a la cultura, educando la sensibilidad, valorando el rico patrimonio del país, transmitiendo la estima y el orgullo a un caudal radiante de belleza, significado y calidad.

Juan Cánovas Mulero

La imagen publicada en el año 1956 por la revista Deitania, editada por el Instituto Laboral Juan de la Cierva, nos sitúa en el ambiente de participación que se debió vivir en Totana con la presencia de las Misiones Pedagógicas en 1934 y el desarrollo de su programa en el Cine Rosa.
La recuperación de la tradición oral, de costumbres, del folklore, de los rasgos de identidad de los territorios del Estado, así como la difusión de su fecundo acervo, fueron algunos de los objetivos por los que apostó el proyecto de las Misiones Pedagógicas.

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