Plaza de la Constitución. Rincones de Totana

Cuando acababa el siglo XV los peligros de ataques granadinos estaban acabando y las buenas gentes que vivían en la fortaleza de Aledo pensaron que en el valle había tierras más fértiles y cómodas de cultivar, con la ventaja de que el clima era más benigno y decidieron bajarse creando una villa a ambas márgenes de la Rambla.

Lógicamente la villa naciente necesitaba una plaza pública que fuera el eje de la vida, el lugar donde se celebraran mercados, procesiones y todo tipo de actos sociales, y que a la par estuvieran allí situados los centros del poder, tanto del político como del religioso, razón por la cual se eligió el cruce de caminos entre Lorca, Murcia y Mazarrón y en esa gran explanada se edificó el magnífico edificio del Ayuntamiento y la Orden de Santiago eligió al mejor maestro de obras de la catedral de Murcia para que diseñara la soberbia iglesia de Santiago el Mayor. Tal vez la fachada sea bonita pero de materiales pobres, pero la magnificencia de su interior apaga toda sombra de dudas.

Con el paso del tiempo el pueblo fue creciendo y embelleciéndolo. Un verdadero genio totanero, un perfecto hombre del Renacimiento llamado Silvestre Martínez Teruel, con sólida formación tanto en artes como en matemáticas, trazó el venida de agua hasta el centro de Totana, construyendo para su uso la extraordinaria fuente de la Plaza, la única de corte barroco que hay en la Región de Murcia.

Desde entonces esta plaza, con diferentes nombres según los tintes políticos, fue el centro neurálgico de la vida totanera. En ella se celebraron en su inicio los mercados, los actos sociales y políticos y hasta fiestas de todo tipo.

Según un documento que obra en mi poder procedente del despacho de don Mariano Vergara y Pérez de Aranda, primer marqués de Aledo, en esta plaza ocurrió un singular hecho que aunque no está fechado debió ocurrir a principios del siglo XVII. El pavo fue un animal que trajeron de América y pronto descubrieron sus bondades gastronómicas y su crianza se extendió, pero a Totana no había llegado ninguno hasta que una mañana de domingo, un recovero de Cartagena descargó las jaulas de sus burros y las puso en el mercado, dejando suelto al pavo con el fin de que la gente viera tan original animal. Todos lo miraron con curiosidad hasta que a la salida de Misa, el bicho soltó su desagradable sonido que espantó a todos, saliendo la gente a sus casas y cerrándolo todo. El recovero ante el desastre, cargó de nuevo sus animales en la reata y tomó las de Villadiego. Como la gente no conocía el animal ni sabía su nombre, lo bautizaron como "la cacaruca" de Totana.

En la plaza se instaló una gasolinera, se establecieron las tiendas y comercios de todo tipo, la parada de taxis y las tabernas, haciendo de ella el centro de la vida del pueblo. A diferente nivel se encontraba la Balsa Vieja que perdió su necesidad, se desecó y se hizo sobre ella y a su alrededor una hermosa plaza de cuyo diseño original no queda nada. Ha sido criticado por unos y alabada por otros, a mí lo único que me parece es que brinda una magnífica visión de la plaza con sus mejores edificios en ella.

En la Plaza de la Constitución se siguen celebrando la mayoría de los actos de verdadera importancia de la ciudad, como la magnificencia de los Jueves Santos mañaneros con el traslado de tronos a la iglesia y todo tipo de desfiles.

Seguiremos disfrutando de su magnificencia y belleza por muchos años.

Juan Ruiz García

Noticias de Totana

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