El pasado fin de semana el hermoso paraje de la Cruz de la Misión hervía de gentes y vehículos, música, alegría, cerveza y copas para una especial celebración: El cuadragésimo aniversario de la apertura del bar La Cruz, con una celebración por todo lo alto en la que los clientes y amigos de la familia del bueno de Pepe Costa conmemoraban tan dichosa efemérides como la ocasión lo merecía.

Sí, cuarenta años han pasado desde que Pepe abriera uno de los locales más visitados de Totana, de los preferidos por su clientela, situado en uno de los lugares de privilegio totaneros, la Cruz de la Misión, rodeada del arbolado y bellas edificaciones de los huertos, con una espléndida panorámica del entorno, con la terraza más bonita de la zona y donde se han pasado tardes y noches maravillosas.

Todo empezó cuando José Costa Molino adquirió el solar y edificó un bar amplio y lucido que abrió de inmediato poniendo al timón de sus cocinas a su esposa María Cayuela Vidal, convirtiéndose pronto en un local de referencia de la gastronomía regional, dando una atención esmerada y convirtiéndose enseguida en un lugar al que visitar con frecuencia para disfrutar de los productos de la tierra de alta calidad.

Abre temprano para acoger a los que salen de Totana a trabajar en los huertos y campos y que puedan tomar su café o copas, los cazadores que lo asaltan bien temprano con los coches en los que llevan suplementos para las rehalas de perros que les ayudarán en el noble deporte cinegético.

Su cocina es la tradicional de la zona con una esmerada realización, conejo frito con patatas, riquísimas tortillas, exquisitas paellas, embutidos y quesos de calidad y las tapas clásicas de las barras totaneras hechas con el esmero habitual en María, el servicio es muy esmerado y es un lugar en el que uno se siente como en casa, pues tiene mucho de casero. Su terraza es inigualable, amplia y limpia en un lugar privilegiado donde poder sentarse a comer o cenar en el mejor de los escenarios.

El Bar La Cruz es un lugar inevitable de cita mañanera para excursionistas, cazadores como hemos dicho, y personas que visitan tanto el paraje de La Santa como la propia Sierra Espuña. Allí se van reuniendo tras aparcar los vehículos y una vez todos juntos emprenden su aventura de ese día.

El inexorable paso del tiempo hizo que Pepe tuviera que adquirir la calidad de emérito dejando al mando de la nave como capitán a su hijo Jerónimo, contando en la cocina con su hermana Lidia y en la sala con su hermano Pepe. Nada cambió de cara al cliente, ya que eran los mismos a quienes conocían que han mantenido con el mismo nivel el bar La Cruz como enseña de la gastronomía totanera. Solamente cambiaron las personas que lo dirigen del mismo modo pero bajo la atenta mirada de sus padres que, naturalmente, siempre estarán dispuestos a echar una mano.

El Bar La Cruz sigue siendo un lugar de referencia, manteniéndose del mismo modo que en su fundación y esperamos y deseamos que los hijos de Pepe y María puedan celebrar el ochenta aniversario de su fundación.