"La anciana que quiere trabajar y se compadece de la gata"

Camino de buena mañana por la calle Don José María, en dirección a mi "café cortado" del domingo en la Herriko Taberna, donde mi amigo y compañero, Rosa, me reserva el artículo de Pérez Reverte y me llama la atención una mujer que pone de comer a una gata con aspecto de estar criando.

Me paro a saludarla y observo su situación física que produce dolor al comprobar la desviación de su columna. Vive en un primer piso al que ha de subir por unas angostas y empinadas escaleras, con un mérito doble por haber bajado a dar de comer a la gata, que me cuenta "está criando y necesita alimentarse.."

Necesita que el Alcalde la escuche y yo necesito compartir ese rato. "Tengo la columna partida y mucho dolor. Tengo que ir al médico...", me comenta con un gesto de dolor que no puede disimular.

"Trabajé muchos años en el Almacen y no cotizaron por mi. Ahora no cobro y nadie me firma para poder pagar el sello...", me comenta con amargura e impotencia. "A los viejos, nadie nos contrata ya. Ni a los jóvenes, tampoco...", continúa, al tiempo que mi empatía por esa mujer crece por momentos y siento la necesidad de aplazar "el cortado", porque necesito escucharla.

"¿Cómo está tu madre?", me pregunta, mientras me dice que ha trabajado con ella y con mis tías en los sequeros. "Con tu tía Eulalia, que murió y nos reíamos mucho porque era muy graciosa..." continúa la mujer a la que no le he preguntado el nombre pero si la edad por su preocupación ante la dificultad para trabajar los mayores.

"Tengo 79 años..", me dice mientras espanta, con buenas maneras, a los gatos que quieren arrebatar la comida a la gata de los pezones inflamados de amamantar sus cachorros. No puedo evitar el impulso y abrazo a esa mujer, en un gesto de cariño que no puede darle la gata y le comento que pasaré a verla un día para que me cuente y escucharla.

Le prometo que le daré a mi madre recuerdos de ella y sigo mi camino, a la Plaza del Chamones al artículo semanal de Arturo Pérez Reverte al que hoy le he puesto menos interés. Era menos vibrante e interesante que la historia de la mujer que se lamenta al Alcalde de las injusticias mientras alimenta a una gata criando.

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